viernes, 28 de diciembre de 2012

Sueltos 16 dieciséis





      Si viviera  en Roma , en la otra Roma, ya hubiera muerto.

      En mí rápida vida habría nombres para gatos domésticos y mis hijos aprenderían a crecer con sus hijos.

      Una tela escogida fuese  mi chal holgado de la fiesta de Saturno. Quizá el hambre  crecería lejos de los contornos de  mi casa.

      Los frutales de mi huerto perfumarían el plenilunio más cercano que ahora -mírame cómo recojo las manzanas-

      E, igual que un rostro de Al- Fayum, alguien pintaría mi rostro en una lámina de olivo porque estaría muerta, miraría de frente, a ti,  serena y bella y muerta y por debajo disolviéndome.

      Para ti sería ese retrato que alguien  guarda mientras la Luna va alejándose.

domingo, 23 de diciembre de 2012

15 sueltos quince


      Sólo son rosas para labios,
      porque los cercanos al fin
      en el dolor,

      intentando atrapar
      insectos dorados, cubiertos
      por el polen,

      porque los que se transparentan
      paladean
      el finísimo terciopelo
      de los pétalos, esas imper-
      ceptibles ramificaciones,
      ese clase de médula.

      La joven oval y suntuosa,
      una princesa a la manera
      del misterio barroco. ¿Escuchas
      el susurro del orifrés
      de su vestido? ¿Escuchas
      cómo nos observa y le dice
      a Zurbarán que nos callemos?

      Sólo son rosas para labios
      blancos, para paladares
      de papel de seda, debajo
      de las lenguas, las rosas,
      para el barquero y su jardín
      sin memoria.

      Una princesa esbelta sabe
      cuántas rosas son necesarias
      para…

sábado, 15 de diciembre de 2012

catorce 14 sueltos

      Dos momentos de la seducción


      I           Has oído cantar al pájaro
      nocturno,
      hojas mojadas que ningún
      galápago de edad tranquila
      alcanza.

      Te sostienen caderas
      de delgadez, te duele
      el coletazo del dragón
      debilitado,

      pero has oído al pájaro
      que sólo escucha quien está
      consumiéndose.

      Viene del paladar del mar, 
      de peligrosos laberintos
      de columnas,
      y si tuvieras barba
      te afeitarías
      para ser una grácil
      filósofa,
      y si aún tuvieras un sexo
      moldeable
      cuánto, cuánto del agua
      para ofrecerle.

      Lo has oído a pesar
      de los avisos de los gatos.

      Su canción,
      que tantos confunden
      con el pan de oro del amor,
      enciende
      las luces de tu casa.


      II        Estás buscando en tu cintura
      la ausencia, ¿fue real su vientre
      sobre ti?

      Cantabas una música
      con algo de felicidad
      y de ignorancia.

      Buscas
      la carne tocada
      como el grito esencial del mono
      detrás de un olor, como el rizo
      en su albumen,
      come, se abre paso, desgarra
      la pielecilla de su sueño.

      Las señales
      de un pájaro carnívoro
      picoteando en tu cintura.

      No te regalaba
      el don del viento,
      no había
      regalos.



domingo, 9 de diciembre de 2012

13 SUELTOS trece


      Ojos de  Monet

      I           Reflejos en el agua

                  Las oraciones para el duelo,
      el junco, el desaliento.
      Quiero parecerme a Anne.

      Una ligereza
      como lágrimas, como
      el cobertor de la dulzura.

      Materia diluida
      de papel,
      esa suicida,
      insectos rojos: se tragaron
      la sangre y su espejismo.

      No echo de menos nombres
      ni que me digan cuánto importo.

      Estos peces se van,
      ignoran sobresaltos
      o la emoción cansada,
      mira, se van.

      El agua sólo es agua
      -cómo envidio a Anne Sexton-
      y el deseo del agua
      amarillea.



      II          El puente  de Waterloo. Niebla.

      Se desdibujan golpes
      y es poroso el espacio,
      y se relaja la impaciencia
      con el sonido amortiguado.

      Un chapoteo irisa:
      quizá un hombre nacido
      con escamas de soledad
      cruza su propia pesadumbre.

      Nada se priva
      de lo mojado.
      Quien escapa no escribe
      en los pilares
      del puente sus deseos.

      Es el silencio,
      es el silencio de una niebla
      esponjosa de amor
      -quiero que vuelvas a ofrecerme
      la muerte deliciosa-,
      una niebla callada,
      -rema, mi amor-,
      tan imprecisa.

domingo, 2 de diciembre de 2012

DOCE sueltos 12

( Para la primera gran helada, este viejo poema)

      ACELERACIONES, op.234. Johann Strauss, hijo

      Hay cementerios de verano en Roma
      y una sirena quieta en Dinamarca.

      Hay caballos mercurios en mi patio
      y poetas que vuelven del desierto.

      Hay una estrella, baja muy despacio,
      se esconde en los rincones con los tigres.

      Hay pequeños saludos que insinúan
      algo tan engañoso como un beso.

      Hay hermanas para el uno de junio
      o ciruelas ariscas y muy dulces.

      Y bailarinas de Degas soñando
      con rasgar su tutú, con robar perlas.

      Ven, cena cerca de mí y no te dejes
      asustar por la reina de la noche.

      Ven,
      ya no hay ramos de flores a maría,
      tengo boleadoras impacientes...

      Esto le dice un gato a otro gato
      cuando salen de caza o se han querido.

domingo, 25 de noviembre de 2012

11 SUELTOS once





      Magdalena penitente*

      Lo que se refleja en el espejo recuerda a la vanidad,

      pero  hay algo quieto, agrado de la luz en el rostro,

       -incluso la mate calavera ante esa luz,  incluso más tenue cuando me distancio de la mesa y tiendo, como todas las diosas convertidas en rasgo infamante, a la sombra, incluso  conociendo la belleza vencida, el disfraz de mi despojo-.

      No se extiende la melancolía enfermando al instante, moviendo al dolor.

      No existe un parpadeo más tranquilo, un deseo más lento  en herir.

      Pensativa,

      pero

      ¿quién no se apena si deja disolver el momento pagano, el momento cercano a la muerte ansiada?

      Descubrir la piel desde los pies, abandonarse a cierta burla que se transforma
      en un regalo.

      Pensativa más que capturada en la fugacidad. Pensativa y serena más que retirándose de su amor.

      Como si el tiempo al fin desistiera del desaliento

      -y una presencia se sentara a mi lado me hablara suavemente…-


domingo, 18 de noviembre de 2012

10 SUELTOS DIEZ


      Dios enfermo *

      Debilitándose.
      Quizá
      ha mordido  un melocotón
      de carne enferma,
      algo casi enemigo pero
      jugoso,
      porque quisiera envenenarse
      con la felicidad,
      con el cordero
      de la felicidad.

      Se curará.
      Quizá
      regrese el lobo al corazón.

      *Caravaggio

domingo, 11 de noviembre de 2012

9 sueltos 9


      Una blandura diferente a la de la seda, cercana al pétalo que va a morir después de apropiarse de la hechicería,

      cercana a los pájaros zancudos del río.  Algo feroz la impulsa a volar y torpemente aletea; cercana a los peces carnívoros que sólo poseen la paciencia de aguardar.

      Distinta a la piedra habitada por un viento antiguo…

      O tal vez sí sea la fragilidad como la piedra, como una niña que puede ser robada, chupada, como el anciano que se rompe la cadera porque el tiempo de montar al caballo de los días es un poniente hambriento.

      Noviembre recobra al dios que aventa.

      Hoy no se preguntará si existe otro divinidad morando en la blandura.

sábado, 3 de noviembre de 2012

8 Sueltos 8




      El joven cantor de Georges de Latour

      Retirándome,
      apartando de los dedos, de la punta del zapato, la iluminación, la rectilínea trayectoria del desvelarse.

      Escucho al aire que no requiere;
      se alumbra desde la voz perfecta, desde el dominio de la llama memorizando notas de reposo hasta el espacio del silencio;

      ahí no existe la batalla, perdura el instante, la balada del instante, su intocable verdad.

      Ahí no existe la batalla,
      apenas otra cosa  que velarse retirándome donde la música no precisa
      del parpadeo, apartando de mi rostro los gestos, la pintura.


domingo, 28 de octubre de 2012

7 SUELTOS 7


      Do not go gentle into that good night,
      Old age should burn and rave at close of day;
      Rage, rage against the dying of the light.

      No entres dócilmente en esa noche quieta.
      La vejez debería delirar y arder cuando se cierra el día;
      Rabia, rabia, contra la agonía de la luz.  
      Dylan Thomas


      Veo entrar a mi madre
      al hambre de la muerte.

      Eso no es sombra ni presagio.

      A dentelladas devora.

      No se parece a un sacrificio.

      Abre y cierra su boca. Muerte
      de los talones a su pelo.

      Eso no es entregarse al día
      de su muerte sino dolor.

      La pradera de lucha
      en su mirada.

      Cabalgadura herida. Rastros
      y rastros de mostrarse opuesta.

      Eso es el dios preciso
      que le ha hablado.

sábado, 20 de octubre de 2012

6 SUELTOS 6

      Breve historia siempre

      Ella

      Lo vi marcharse
      como de costumbre;
      me sonrió  desde la calle
      con su sonrisa
      besada.
      Un cosquilleo de humedad
      jugueteaba aún
      en mis labios.

      Él

      Te miro blanca al irme;
      todavía escucho la canción
      de tu cuerpo.

      Ella supo  que ya no volvería a reconocerlo en su nombre, en su vientre, en la razón
      de su cordura.

      Él se despidió  en esa mañana sin retorno: no soportaba adivinar que pudiera llegar el día de la indiferencia, de la amabilidad sobre el hastío. Ah, te amo tanto que nada respira si te amara menos.

      Lo encontraron sin vida.

      Ella sintió, de pronto, otra vida  fantasma habitando su delirio.



domingo, 14 de octubre de 2012

5 SUELTOS 5


      Zaguán

      Sentada, reposada, relajando los músculos  cantores del habla. Cerca del corte preciso sobre las baldosas de barro- echo en falta estrellas en la parte sombría-…

      Qué miran  los ángulos vagos de los muebles- no hay muchos, ¿sabes?, mi tía siempre ha sido austera, me dice: niña, hay que moverse sin obstáculos-…

      …tranquila, con algas de tierra meciéndose en los nidos de los rincones.

      Se oye una música que recobra el tiempo

      y ese aire calcinado  de dentro de Castilla mueve la cortina de lona -estaba quieta como un centinela- despintando el hilo que separa el fuego del frescor.

      No me roza la ceguera de luz con su uña fulgurante,

      aún la penumbra me permite estar sentada, estar en el silencio, niña rara comprendiendo el espacio de la serenidad.

sábado, 6 de octubre de 2012

4 SUELTOS 4


      Respiro el aire que respiran
      y les pertenecen
      los balcones que abro a Venecia
      o al amanecer
      de las granadas más antiguas.

      No están cansados ni su carne
      pesa por la fidelidad
      al oro
      o estén obligados a abrir
      los ojos.

      Respiro su aire
      y acaricio sus sábanas
      sin cuerpo o rastro, olor o pena.

      Les hablo de  mi amor
      y se sonríen indulgentes
      como si me hubiera sacado
      de la nada el amor
      y nadie hubiera amado
      antes.

      Una sonrisa
      semejante al aliento o música…

      Esta respiración, la suya,
      me sujeta.

sábado, 29 de septiembre de 2012

3 SUELTOS 3


      Esta lisa lámina de mar:
      le da la luz y apenas una onda
      balancea mi cuerpo.

      Esta mañana con su intervalo:
      me descansa dormir con los ojos
      abiertos.

      Este instante sin rozar ni estímulo:
      tengo los labios finos por no
      besados,
      oigo ajenas músicas del suq,
      y me envuelve
      una lejanía
      de mí  con todo.

      Esta voz hermosa de muchacha
      sin deseo ni miedo
      en el jardín.

      Esta muchacha quieta en su ser
      deleitándose
      casi líquida…

      Y no por ello deja de amarte.

domingo, 23 de septiembre de 2012

2 SUELTOS


      (Detalle de un vestido de Emily Dickinson. Fotografía de Annie Leibovitz)


      Las ramas de uno de los árboles  de la plaza mantienen sus hojas en el invierno, papelillos donde no escribe ni la helada.

      Ella cuenta las hojas, las protege. En cada una marca un signo.

      Ella se sube al árbol, se oscurece y no se la distingue de la madera casi negra.

      El hombre con sus perros no la ve, ni la guapa mujer con su regalo del día de Año Nuevo hasta los tobillos.

      Lejos, bastante más allá de la ciudad, en los campos pelados, muchachos muertos que la querían esperan a febrero para despertar sin memoria.

      Y ella, en el árbol,
      después de rozar despacio, una por una, todas las hojas, cuenta las tejas de la casa cercana y va colocando
      debajo, cuidadosa, una por una, pardas y húmedas, las plumas raras y perladas de su vuelo marino.

domingo, 16 de septiembre de 2012

1 SUELTOS


      El campanario de Doncellas
      equilibrado con el cielo
      y una cornisa de las nubes
      frías…

      Dos frisos de azulejos ele_
      gantes en el muro cercano
      no olvidan
      la lentitud para cocerse
      ni esa otra lentitud
      de un arquitecto demorándose
      en los detalles.

      Un vino sosegado
      el día
      como un tapiz ni melancólico
      ni alegre,
      como un gato aquietado:

      recoge y guarda
      todo el calor y la memoria
      del silencio.

sábado, 8 de septiembre de 2012

RAVEL VI

      (Para escuchar)


      Valses nobles y sentimentales

      Modéré

      Música que escribes para él. Perdónate romper el tiempo y vuelve a los libros lunares que abríais los dos cada noche. Desde el anonimato de una partitura eléctrica, desde la obra de arte en su lengua, desde el astrolabio que señalaba a ti. Tú, como de costumbre, incauta.

      Assez lent

      Es la seducción que prefieres murmurando pliegues en vez de predecibles adulaciones, desconocer un nombre y ceder a esa embriagadora sospecha. Respondes a sus preguntas jugando. Él oculta su casa compartida.

      Modéré

      Sin embargo, sabes nombrar sus árboles, la silueta de la montaña donde pasea con sus perros. Te has trasladado a vivir en lo que ama, y en la madrugada recorres lugares de ansiosas criaturas. No te importa el veneno de sus lenguas.

      Assez Animé

      Te has desvestido sin precaución; ahora te ven todos bailar el vals de una inconsciencia entregada al deseo. Sigue dando vueltas en el fuego, arde hasta ser ceniza y que él la sople y cubra sus párpados  y ya no pueda mirar si tú, cuerpo ardiendo, no lo iluminas.

      Presque lent

      Hace calor en la brillante ciudad marina. Tú le preguntas si florecen los avellanos y le das los regalos que has cuidado, cada uno con su humedad precisa de labios y gotas de sangre. Te visita como el viajero que nunca volverá a tu vientre. Sí, curiosea muy interesado. Luego deslizas tu mano en su pecho y memorizas la diferencia de color entre su piel y la tuya.

      Assez vif

      Qué hostil la ciudad tan hermosa cuando él se ha marchado y la tarde huele a una rambla demasiado viva. Amalia, regresa a la calle que va a dar al taray del río y su molino abandonado. Regresa; que tus lágrimas te traigan como una líquida alfombra voladora y el viento, dándote en la cara, no te deje pensar en la venganza.

      Moins vif

      Aquí pronuncias la perfecta dicción de la soledad, aquí lo amas en la enloquecida ventana de La Valse. Tu padre y tu madre, fantasmas, te abrazan. Tu amiga Adriana te besa. Mudas el color de tus ojos, son azules sin hielo y no te queda nada que negarle. Baila y baila el vals que te quita el aliento y te lo da.

      Lento

      Ve a la antigua estación del tren. Mujer, respira el gozo absurdo de sentarte allí mientras esperas. Él no vendrá pero preguntas a los que bajan al andén: ¿eres tú?, ¿llevas un nombre con jota igual que eles de lamer o de llama? Él no vendrá pero sabes cómo ser inmortal en el olvido. No existe el corazón sin unas manos que lo posean. Lentamente sonríes. Él no vendrá, pero nunca se ha ido.



jueves, 30 de agosto de 2012

RAVEL V


Para escuchar: Polillas        Pájaros tristes       Barco en el océano  
                          Alborada del gracioso       El valle de las campanas

                          

      Reflejos


Polillas

En la farola al lado del balcón, intentando entrar por no quemarse. La noche de julio tiene fechas para encender candelas de aceite. Las polillas quieren entrar porque has ocupado su casa. Negra y húmeda la alcoba donde miman sus huevos. Te quedarías ahí si supieras que han de regresar. Tú, una oruga más, siempre su niña.

Pájaros tristes

En las ramas de los olmos de la plaza de Zeta, cuando anochece febrero más frío que diciembre. Bolitas oscuras del tamaño de un puño como rizos de algodón mudo ¿Se duermen? Parece que están a punto de convertirse en agallas de las ramas. Mario dice que es difícil ver un gorrión muerto. No hablan ni respiran, se cubren con resina. Pero son los mismos que desordenan la mañana de abril cuando tú cruzas con un deseo insensato en forma de sonrisa.

Barco en el océano

En un balanceo azulado de la distancia. Los bañistas miran el punto indefinible, luego vuelven a recordar su edad de peces. Quizá se pregunten quién irá, dónde irá, luego vuelven a la firmeza de la playa. Son iguales a las parejas que pasean en el parque de Macke. Tú observas la línea de tierra; alguna vez fuiste una de ellos, reías con la venida de una ola, jugabas con los niños sumando sus castillos de arena, sus voces de arena, Se hace tarde para acercarse y es peligroso, dices. Continúas la travesía sin retorno. Pasas de largo. La alegría es una costa demasiado lejana. Una isla sin playa y sin verano.

Alborada del gracioso

En la pausa de la templanza de la noche, cuando escapa un perro persiguiendo a gatos demorados. Alguien afirma que es el fantasma de un jinete azul ¿Recuerdas que tomábamos varios cafés en la taberna de los borrachos las mañanas de domingo? Así imaginamos que hemos reído y no hemos dormido, decías. Por calles que no son solitarias sino espacios adelantándose a la lengua del amanecer, caminando con silenciosas siluetas. Se escucha una risa, una exhalación de gato o el paso de un caballo dando rítmico eco. Qué relativa la evidencia.

El valle de las campanas

En el recorrido que rodea a esta ciudad, alto, de alcotanes y plantas aromáticas. Se acercan tanto las nubes a las torres que basta una quebradura del viento para cambiar su color, y son doradas, sombrías, lentas, transparentes, inquietas, rojizas de piedra moldeable. Penetra el viento en los vanos de bronce y no sabes si los muertos agitan sus libros de horas o son llamadas tranquilas para una oración que se retrae. Viene y va el sonido con el viento. Tú, entre tanto, tienes la certeza de haber nacido continuamente aquí, y es un consuelo conocer esta ciudad, esta brevedad de imperfecta tierra prometida.

viernes, 24 de agosto de 2012

IV RAVEL

      Para escuchar: Trío en La menor...


      Trío en La menor para violín, cello y piano

      Moderado

      Nos buscamos en la casa para seguir hablando de eso pequeño que, por costumbre, suelen contarse las ardillas.

      Ahí está el viejo vinilo de Tosca, siéntame, padre, en tus rodillas, porque emocionarse consiste en un mediodía claro donde nada interrumpe la complicidad. No hay furtivo que sepa cazar esta criatura delicada. Ahí está la caña hueca de bailar, retira el sillón, haz espacio que moriré si no puedo seguir un vuelo.

      Pantoum

      Esta casa es un fresno y el río cruza por dentro. Peces subiendo a la corteza de agua para alegrar las ausencias. Niñas sin humedad aleteando con los patos. Peces que canturrean las canciones desentendidas, peces recogiendo lo que tiene de hermoso la ciudad.

      Las niñas del árbol son descuidadas con su ropa, escalan los muros del jardín de Florinda, siempre se cortan las manos con los cristales disuasorios, pero poseen ahora el jardín del ceramista, juegan con los gatos de la Dama y consiguen ver lo que otros han olvidado como, por ejemplo, las gumías mágicas.

      El fresno es una casa con dioses de color rojo para abanicos de Pablo; contiene la lentitud asgard de los lugares más deseados y queridos. Y si tú la cerraras porque te vas a las islas de los asfódelos, continuaría habitándose: niñas que son madera, escritura dentro del tronco. El río pasa y limpia sus palabras.

      Pasacalle

      Parpadea en las conchas de las casas y se asoma a miradores acristalados, te está llamando. Persianas que tamizan el resol del mediodía, que respiran dentro.

      Conoces habitaciones con la penumbra comenzando a arder, vividas por un gozo irisado,  el gesto del sexo. Conoces un patio de geranios blancos y vírgenes perfumándose con albahaca. Nada rompe la siesta de los corredores ni el amor quieto de los peces en el pequeño estanque.

      Sigue caminando en la franja de los espejismos. ¿Hay alguien que pregunte por los gatos salvajes resguardándose del desierto en los zaguanes? ¿Hay alguien que te pregunte cómo salir del laberinto?

      Sigue andando porque vas en compañía de sombras en estas calles cegadoras a un lado.

      Sigue, suda, retárdate, busca fantasmas que suben adelfas desde el puente y traen para ti la hora melancólica de distar exactamente lejos de todo.


      Final animado

      Y no deja de habitar una alegría aunque sea desconfiada, Amalia.

      ¿Es posible que no te vean cuando estrenas la calle con la espuma recogida del mar hablándote? No, no escuchan, giran en la sal y creen que es niebla. Pero tú alargas la mano y dices en alto: en este rincón de los castigos crecerá el rosal de sangre ansiada. Das dos pasos y vuelves a decir: para los olvidadizos siembro en el cruce de las calles una pasionaria.

      Nadas elegante, consideradamente entras en templos sumergidos y desmiembras ramos morados porque los obispos se esconden de suaves carnívoros en el despilfarro. No está bien, ¿verdad?, que los nidos de pájaros muertos ocupen aire de deseo.

      Reside de cualquier modo la alegría. Braceas con flechas cabales en desgarros. Nadas, te caes de las torres donde opinan que duermes. Nadas, cruzas las ruinas. Sólo por ti la mañana desdobla su incertidumbre en la ciudad. Quizá no otorga lo que ellos conspiran pero no deja de habitar su brillo en tus ojos.

sábado, 18 de agosto de 2012

III RAVEL

Par escuchar: Bolero
      Bolero

      Madame Rubinstein me pide un ballet, comenta Maurice Ravel. Ella desdoblará su delgadez como una antigua cigarrera sobre la cabeza de los obreros.

      Una fábrica al fondo.

      Se levanta. Les grita: no vayáis tan rápidos pero id obstinados y ocupad las aceras. Ida Rubinstein mueve un brazo -o lo tomas-, mueve el otro -o lo dejas-, delante de la puerta de los amos, y ellos se santiguan porque danza desnuda. Golpea con un pie, luego flexiona las rodillas y sigue el ritmo sin detener su desnudez.

      Maurice Ravel le dice a Toscanini: maestro, se equivoca, esta cadencia es terca, empuja, agujerea los oídos sensibles.

      La bailarina vuela en las cabezas de los obreros y ellos detienen sus puños doloridos de tanto apretar los dientes. Ida Rubinstein no cesa. Extraña cigarrera de Sevilla se fuma a los amos, machaconamente da y da en sus ojos, les ciega con el balanceo de sus pechos y pestañea igual que una justicia sin ceguera.

      Maurice  Ravel se extraña del delirio y una música incendia las piernas de los obreros.

      No corráis, grita ella, pero insistid hasta que el aire os pertenezca.

domingo, 12 de agosto de 2012

RAVEL II

El primer Jardín al mar ha desaparecido definitivamente, aunque...

Para escuchar:  Juegos de agua


      Juegos de agua

      Amalia, mira al azar:
      como gotas en el cristal… algunas saltan, no queda rastro de ellas; otras permanecen, pareciera que piensan en su redondez, y luego en irse deslizándose a qué playa.

      La lluvia crece por igual sobre las plumas de los gorriones, en el latón de la ciudad cuando amanece, sobre la puerta dorada de tu jardín;

      nada se le resiste: incluye tu pelo entre  aromas del petricor y la  distancia de otros árboles enormes, allí, en su casa, en su silencio de hombre ensimismado, quizá con el mismo color del cielo, la misma lluvia.

      Tú observas caer, tienes el tiempo que sigue a la arteria fugaz del agua amada,

      el tiempo de buscar, en las gotas, espejos del momento anterior, del intervalo donde era posible la quemadura al desearos.

      Así es el azar, querida mía, jugando a azulear tus ojos, a perder la huella dactilar de tus ojos una vez más.

      Agua de azar jugando, puntos cegadores; el sol en ti, Amalia, surtidores, chispas, diamantes hasta el jade dócil de tu fuente, multiplicando las monedas de tu fuente.

      El azar,
      ablandando la resistencia del cristal con volátiles mundos y todas sus veredas.


sábado, 4 de agosto de 2012

RAVEL y nuevo blog

(Como mi primer blog de Jardín al mar está en la UVI -y mientras va sanando- me paso a este nuevo blog de mismo título y aprovecho  para cambiarle su fisonomía.)

  ALGUNOS POEMAS DEDICADOS A RAVEL




Dafnis y Cloe. Suite nº 2

    Dejas de mirar con sus ojos los árboles que adormecen su calle. Ella ve al sol rozar un lado de la torre de acero. Esta mañana la paloma quieta recoge saludos, ha sobrevivido al blanco acechador nocturno.

    Lo que mira responde con silencio. ¿No te acuerdas que era muy fácil acogerla a tu lado cuando venías de tu casa hasta su casa?¿ No te acuerdas que hablabais una lengua que ella inventó por juego y tú entendías?

    Ahora  que estás muerto, comparte tu mirada. Cambia el sentido de la vista en ella. Sabe mirar las laderas bajo la helada, el cielo tierra adentro; nieva, incluso y, como tú interpreta pisadas en la nieve.

    Con silencio responde tu presencia sustituyéndote y mirándola. Pero ella no se angustia, nada le niega separarse de ti. Sólo estás muerto y lejos. Ella ha ocupado tu hueco liberado de ti y mira, maravillada, ese espacio sin vuelta con tus ojos.


(Para escucharlo: Dafnis y Cloe )








Ondine

    Llegas del agua cuando no flota ningún hilo o filo del recuerdo.
    Podrías tener bien escondida tu piel de nutria y fueran tus hijos el aire riente, el aire ligero que abre las puertas de las alcobas, que no conoce el peso de un cuerpo con los años.

    Podrías haber sido la herencia contada por tu madre, caderas anchas, cojines mullidos.Nadar consistía en no alejarte de una dulzura.

    En el fondo del río hormiguean pequeños arquitectos de olvido. Huecos de luz suplen a los cambios y a la debilidad de los brazos. Patinan insectos de un instante en siembras de verdín.

    ¿Qué tiempo hay? Ninguno. ¿Quién escribe en el agua?  Tan sólo Keats refiere  el gesto de la Alegría diciendo adiós.

    Vira a las adelfas de la orilla, gira al pelo tupido, alisado por la caricia de los buceos.

    Sumérgete.

    No regresas al cieno de turbios sedimentos sino a las sorpresas.

    Las nutrias maduras, avezadas en la renuncia, conocen ciertos propicios pececillos y saben ser ambiciosas con los regalos más imperceptibles.

    (Para escucharlo: Ondine)