El joven
cantor de Georges de Latour
Retirándome,
apartando de los dedos, de la punta del zapato, la
iluminación, la rectilínea trayectoria del desvelarse.
Escucho al aire que no requiere;
se alumbra desde la voz perfecta, desde el dominio de
la llama memorizando notas de reposo hasta el espacio del silencio;
ahí no existe la batalla, perdura el instante, la
balada del instante, su intocable verdad.
Ahí no existe la batalla,
apenas otra cosa que velarse retirándome donde la música no
precisa
del parpadeo, apartando de mi rostro los gestos, la
pintura.
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