ALGUNOS POEMAS DEDICADOS A RAVEL
Dafnis y Cloe. Suite nº 2
Dejas de mirar con sus ojos los árboles que adormecen su calle. Ella ve al sol rozar un lado de la torre de acero. Esta mañana la paloma quieta recoge saludos, ha sobrevivido al blanco acechador nocturno.
Lo que mira responde con silencio. ¿No te acuerdas que era
muy fácil acogerla a tu lado cuando venías de tu casa hasta su casa?¿ No te
acuerdas que hablabais una lengua que ella inventó por juego y tú entendías?
Ahora que estás
muerto, comparte tu mirada. Cambia el sentido de la vista en ella. Sabe mirar
las laderas bajo la helada, el cielo tierra adentro; nieva, incluso y, como tú
interpreta pisadas en la nieve.
Con silencio responde tu presencia sustituyéndote y
mirándola. Pero ella no se angustia, nada le niega separarse de ti. Sólo estás
muerto y lejos. Ella ha ocupado tu hueco liberado de ti y mira, maravillada,
ese espacio sin vuelta con tus ojos.
(Para escucharlo: Dafnis y Cloe )
Ondine
Llegas del agua cuando no flota ningún hilo o filo del
recuerdo.
Podrías tener bien escondida tu piel de nutria y fueran tus
hijos el aire riente, el aire ligero que abre las puertas de las alcobas, que
no conoce el peso de un cuerpo con los años.
Podrías haber sido la herencia contada por tu madre, caderas
anchas, cojines mullidos.Nadar consistía en no alejarte de una dulzura.
En el fondo del río hormiguean pequeños arquitectos de
olvido. Huecos de luz suplen a los cambios y a la debilidad de los brazos.
Patinan insectos de un instante en siembras de verdín.
¿Qué tiempo hay? Ninguno. ¿Quién escribe en el agua? Tan sólo Keats refiere el gesto de la Alegría diciendo adiós.
Vira a las adelfas de la orilla, gira al pelo tupido,
alisado por la caricia de los buceos.
Sumérgete.
No regresas al cieno de turbios sedimentos sino a las sorpresas.
Las nutrias maduras, avezadas en la renuncia, conocen
ciertos propicios pececillos y saben ser ambiciosas con los regalos más
imperceptibles.
(Para escucharlo: Ondine)
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