Breve historia
siempre
Ella
Lo vi marcharse
como de costumbre;
me sonrió desde la
calle
con su sonrisa
besada.
Un cosquilleo de humedad
jugueteaba aún
en mis labios.
Él
Te miro blanca al irme;
todavía escucho la canción
de tu cuerpo.
Ella supo que ya no
volvería a reconocerlo en su nombre, en su vientre, en la razón
de su cordura.
Él se despidió en esa
mañana sin retorno: no soportaba adivinar que pudiera llegar el día de la
indiferencia, de la amabilidad sobre el hastío. Ah, te amo tanto que nada
respira si te amara menos.
Lo encontraron sin vida.
Ella sintió, de pronto, otra vida fantasma habitando su delirio.
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