porque
los cercanos al fin
en
el dolor,
intentando
atrapar
insectos
dorados, cubiertos
por
el polen,
porque
los que se transparentan
paladean
el
finísimo terciopelo
de
los pétalos, esas imper-
ceptibles
ramificaciones,
ese
clase de médula.
La
joven oval y suntuosa,
una
princesa a la manera
del
misterio barroco. ¿Escuchas
el
susurro del orifrés
de
su vestido? ¿Escuchas
cómo
nos observa y le dice
a
Zurbarán que nos callemos?
Sólo
son rosas para labios
blancos,
para paladares
de
papel de seda, debajo
de
las lenguas, las rosas,
para
el barquero y su jardín
sin
memoria.
Una
princesa esbelta sabe
cuántas
rosas son necesarias
para…
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