Ojos de Monet
I Reflejos en el agua
Las
oraciones para el duelo,
el junco, el
desaliento.
Quiero parecerme a
Anne.
Una ligereza
como lágrimas, como
el cobertor de la
dulzura.
Materia diluida
de papel,
esa suicida,
insectos rojos: se
tragaron
la sangre y su
espejismo.
No echo de menos
nombres
ni que me digan
cuánto importo.
Estos peces se van,
ignoran sobresaltos
o la emoción
cansada,
mira, se van.
El agua sólo es
agua
-cómo envidio a
Anne Sexton-
y el deseo del agua
amarillea.
II El puente de Waterloo. Niebla.
Se desdibujan
golpes
y es poroso el
espacio,
y se relaja la
impaciencia
con el sonido
amortiguado.
Un chapoteo irisa:
quizá un hombre
nacido
con escamas de
soledad
cruza su propia
pesadumbre.
Nada se priva
de lo mojado.
Quien escapa no
escribe
en los pilares
del puente sus
deseos.
Es el silencio,
es el silencio de
una niebla
esponjosa de amor
-quiero que vuelvas
a ofrecerme
la muerte
deliciosa-,
una niebla callada,
-rema, mi amor-,
tan imprecisa.
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