Bebiendo de ese hueco
me regalaría al narcótico,
sería líquida y nociva,
un secreto de los metales,
un don de vida eterna
cambiándome la piel
y desdeñando
el alimento que me llena,
la mañana que me vacía.
Dejaría de ser la pobre
chica fuerte.
Y convertida en paladeo
del olvido que da ese trago,
picadura, vertiente oculta,
aljibe ansioso,
a qué dios buscaría,
consuelo descreído, frágil
correspondencia del amor,
estupidez creyente.
Ni un signo en el futuro,
sólo
ahora:
beber mientras te beso,
abandonar palabras como
luna
incapaz
insatisfecho
hallazgo.
En ese copa donde anida
el instante,
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