Esas
vasijas*
La tristeza se solapa en un solo espacio
cuando el frío,
tirita, toma un cuerpo desacostumbrado
y se recoge en sí misma y te pareciera
que en la loza de barro blanco
se adivinase un aire enfermo.
Ya no hay ni vino;
antes de lo callado viene
la luz ártica de tantos días de enero.
Esta tristeza dura, alisada por dentro
para no dejar escapar
gemidos. Y si Zurbarán
no siente los dedos
cuando pinta
que suplique a un dios que no existe
porque resignarse tranquiliza.
A la tristeza siempre le duele
hablar, maldecir y moverse
hasta morir.
*Naturaleza muerta
con jarra y tazas.
Francisco de Zurbarán
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