Para que la palabra ruede
hasta los libros misteriosos
donde Padre Punchau escribe
la razón de los días,
la vida que nos vive.
Para que la palabra siempre
llame. Padre Punchau nos hizo
de un barro de palabras,
nos pronunció, nos rescató
de anfibios, nos secó despacio,
vocalizó los nombres,
nos separó del viento.
Para que ruede y ruede, aroma
de palabras, vieja sangre
lustral… trabajos de vivir
que nos escriben.
¿De quien este poema? ¿De Jesús? pues tiene un aire primitivo fascinante...
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