lunes, 7 de enero de 2013

Uno Para M



      ¿Para  qué está mi día sino para ser el día de las picaduras, el día del contagio?

      Salgo a la calle, temeraria,  y digo:

      Venid, últimas rosas de Vallejo, de vuestros pétalos herviré una infecciosa papilla  para que me duela la voz y no pueda pronunciar otro nombre; que no me remedie nunca, que no baje la fiebre.

      Venid, panteras escondidas, hurtaré  vuestra  fragancia, me la untaré en mis muñecas y el día tendrá su cuello a mi alcance, le buscaré su sangre y lo eternaré con una sílaba.

      Venid, luminiscentes alados insectos, porque conoceré el mal del  sueño, seré sueños mágicos, sueños de cuerpos amándose en un trastorno, un espejismo, y  no consentir que el día se desvanezca hasta el descanso.

      Excitada y nociva con esta enfermedad.

      Me está curando de las sombras y me cambia la piel que no se estremecía.

      Me esta sanando de una vida no vivida.


      Y me remedia del día triste que no lleva amenaza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario