sábado, 2 de enero de 2016

De FANTASMAS Y CÁLAMOS. Fantasmas en la Villa.











      VIII

      Tal vez un ángel me descubra
      y me regale la ignorancia,
      el fantasma que fui
      entre las rojas rosas
      de las piedras.

      Que me permita retornar
      a mi paseo cándido,
      al silencio que ni siquiera
      es muerte
      sino bella desolación,
      una tarde perfecta
      y sin peligro.

      Pero
      me ve de carne advenediza.

      Yo podría decirle
      que he conocido el miedo
      y su trofeo.

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