Una de las pinturas incluidas en el libro. De Pablo Sanguino |
Verónica
Imaginarte, revelarte,
mostrarte sólo en el prodigio
de tu apariencia.
Imaginarte,
distraerte de tu misterio,
figurarme que hablo de ti
y todos miran
cómo me recorres,
cómo te detienes en zonas
que tiemblan de mi piel,
y todos asienten y afirman:
te corresponde, te regala
su rostro, su atención.
Pero me has encontrado,
me acoges sin ser visto,
me llevas hasta el lado oculto
de la Luna y nadie adivina
tu rostro verdadero.
Así miro a otra parte,
donde estás y no estás,
donde pez huidizo o dios
o sombra cariñosa dando
deseo, envés no consentido.
Así miro el lugar
que nadie mira.
Ni siquiera imagino
cuánto gozo.
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