Un antiguo regalo de BEATO |
La mujer o la calma
en lava dividida.
Nada más terrenal
que el mar de esta mujer:
La marea en su pelo
y la mirada larga,
como la de esas islas
intactas, fecundadas
con inmortal esperma.
Nada más indudable
que esta mujer desnuda.
Cósmico movimiento
su culo insinuado.
Ademán de sentarse,
se yergue, se descubre
y un planeta le asciende
de los pies hasta el pubis.
(Esa ciega querencia
que los planetas tienen
de estrellarse en los soles)
Nada más desafiante
que esta mujer de hogueras.
Dos brujas escondidas
invocan en sus muslos.
Tal vez un libro abierto
sus pechos orbitales.
-Ay,
si el poeta supiera
describir esos pechos,
tomando sus pezones
de tinta tibia y dulce
por repetir un acto
de soledad, de incendio.
No aguarda, no se pierde,
provoca con su gesto:
Casi un paso de danza
o bélica señal.
Se sienta, se levanta
abarcándolo todo
con sus brazos de tierra,
y todo lo posee,
y todo lo libera.
¿Qué aguarda esta mujer?
Desconoce el acecho
mostrando, descuidada,
las mil constelaciones
de su vientre marino.
Tan sólo la verdad
en la mujer desnuda.
Y sólamente un hombre
con oculta apariencia.
Secreta dualidad
latiendo, conjugándose...
Las islas interiores
de los cuerpos.
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