domingo, 29 de noviembre de 2015

De IDOLATRÍAS





      AMA-NO-UZUME


      Lo que yo sé lo saben los mendigos.
      La policía de las carreteras
      me ve pasar y dice:
      “Ahí va la que no tiene
      secretos
      ni vergüenza”
      y, a veces, me pregunta
      si es cierto que me vieron
      bailar
      en la boca del cubil de los zorros,
      en la fina nariz de los chamanes,
      en las vías del tren
      y en el puente de mi ciudad que eligen
      para raptar princesas los suicidas.

      Ahí va la que no tiene
      secretos
      ni vergüenza
      ni traductor famoso ni poemas
      con un lenguaje tierno y contenido.

      Delante de la cueva del sol bailo
      a diario
      y el sol sale curioso por el ruido,
      quemándome la cara y me desangra.

      Ahí va la que no tiene
      secretos
      ni vergüenza.

      Ya se han acostumbrado
      los hombres a mis cómicos modales
      y aplauden mi gracejo,
      mi ligera agonía.

      Bailando hasta caer junto a la noche.

      Donde la noche nombra mis carencias,
      mi vergonzosa calle de extrarradio.



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