sábado, 9 de mayo de 2015

De la Revista Hermes nº 17



      Hora perfecta

      La luz de esta mañana
      me ha vuelto primitiva,
      esencial,
      transparente.

      Ahora
      me parezco a los loros,
      a la melia azedarach
      y a las piedras.

      Cada cosa callada
      respira suavemente;
      el deseo es un ciclo
      que se consuma lento
      y recreándose
      en su fugacidad.

      Cada cosa importante
      -siempre tan invisible-
      despierta sin agujas
      y va fluyendo

      y va
      tranquila ardiendo.

      La luz de la mañana,
      con su tiempo más verde,
      me ha regalado el don
      de la caricia.

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