La música.
1910
Cualquiera
de nosotros podría aprender
la
canción que nombra el terror,
el que
no se expresa en los cuentos infantiles
pero
mancha de negro las bragas rosadas
de las
herederas.
Ellos
cantan, abren la boca, tragan aire:
hoy es
un cantero de pan
o las
pipas de una de sandía
la
única voz de los allegros.
Calma
melodía de los que han enterrado
al
último niñito
y más
tarde se sientan, cantan,
toman
el caramillo, el delgado violín,
se
sientan,
qué
poseen para mostrarnos
sólo la infame desnudez de su canción.
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