sábado, 4 de enero de 2014

XXXIII De libros ( Fuera de sí la rosa)


      Posiciones de  ballet

      I

      El crujido  del tul
      no oculta, sino muestra
      cuando el espejo amiga.
      apenas la cintura
      es una curva breve
      resumiendo el ayuno
      de un ombligo infantil,
      extrañando la goma
      de las medias translúcidas,
      piel de mar alisado,
      recogiendo la sal
      bajo los pechos mínimos.

      La bailarina olvida
      maquillando sus párpados.
      ¿Qué madrugadas huyen
      de la humedad desorden?
      ¿Qué rosa carne duerme
      a cambio del carmín?

      Pero el espejo intenta
      cruzar a su barbilla,
      retirarle el cabello
      y besarla después
      en la incisión exacta
      de su azulada nuca,
      por desearle suerte,
      por amarla un instante
      antes del escenario.

      II

      Será en ese momento del telón.
      Ella aguarda sentada, sonriente;
      la tensión se camufla entre el vestido
      y agudiza las puntas de sus pies,
      ofreciendo, inconsciente, al tramoyista,
      los montes invertidos de sus muslos
      recamados por las bragas de nieve.
      Él podría romper esta muñeca
      sólo pasando el dedo que dibuje
      el contorno de tal orografía
      y ella se hubiera estremecido tanto
      que volviese a derrumbarse el telón
      y habría enmudecido la obertura.

      III

      El bailarín de amanerado gesto
      sujeta la entrepierna
      resbalando su brazo a la rodilla,
      empuñando el talón y retornando,
      apenas en un roce,
      hacia el ombligo alerta que ella ofrece.
      La mano se retarda,
      es una mano amnésica del fuego...

      Pero la bailarina
      no pudo remediar
      tras su sonrisa máscara
      que, entre tanto el aplauso y las guirnaldas,
      sus translúcidas medias
      se fueran empapando.

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