Ven, gata loca,
ronronea a mi lado,
túmbate junto a mí sin el aprisa,
como sueles hacer cuando pregunto
qué pensará esta gata, esquiva bruja.
Pronto serán las doce de la noche…
Veremos esas naves imantadas,
girantes girasoles
del pintor holandés
y beberemos lágrimas
del rubio replicante de Blade Runner.
Pronto serán las doce, el aire rojo
envainará sus armas
y dormirá a las niñas.
So long ago
hubo cuarenta enanos que forjaron
pulseras melancólicas de jade
y la muchacha alada quiso hacerse
estrellas de la pena,
lindas ajorcas para los tobillos.
So long ago
un cazador de insomnios se interpuso
entre la luz más triste y el umbral
de su puerta:
hablaba de viajes al tejido
que ocultan los que temen ser besados.
Hablaba de los dedos que se queman
en la constelación
brutal donde los ángeles
sólo se alimentaron de deseos.
Y ella empezó a escaparse por los ojos,
a convertirse en animal carnívoro.
Pronto serán las doce, gata loca,
y veremos los signos
del azar dibujarse
en la ausencia que vierte
silencio
silencio
silencio.
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