domingo, 15 de diciembre de 2013

De libros XXX ( Fantasmas y cálamos)



      IX

      Me golpeaba tanto
      con el amor...

      El mapa de mi espalda guarda
      ríos que me bañaron con su escarcha
      deshaciéndose a un sol de primavera.

      Era la intensidad
      de un amoroso dolor que me hacía
      fragilísima
      o me transformaba en redondeadas
      montañas sin incertidumbre,
      o una llanura donde la cometa
      de una mano bailaba sin cesar
      y yo crecía en junco,
      en árbol,
      en alado caballo para
      dar alcance a esos dedos
      que despertaron a mi piel
      de sus niños.

      Yo me movía con la ligereza
      de la mujer que aún no tiene
      secretos
      sino el ansia
      que la desmesura convertía
      en pájaros que nunca hubieron
      de morir.

      Me golpeaba tanto
      con el amor
      que el tintineo de los crótalos,
      cuando levantaba los brazos,
      era mi desafío a la nocturna
      palidez de un mundo carente
      de mis muslos.

      Me golpeaba
      una
      y
      otra vez
      para que el amor me besara
      las laceraciones,
      para que en los cambios de tiempo
      las cicatrices me picaran  
      y no olvidase nunca
      cómo mi espalda amaba tanto daño.

      Me golpeaba,
      me abandonaba a un paisaje de sangre
      y de deseo.

      Una celebración de mis heridas
      que nadie supo,
      sólo el amor sangrando por mi espalda.

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