sábado, 18 de mayo de 2013

IV De libros ( La música del fuego)


      Instinto en la serenidad

      He conducido el elefante a la caza del tigre,
      hasta su guarecido bebedero, hasta las crías
      que jugueteaban con un ratón. Entre dos luces,
      cuando los pájaros de nerviosos nombres alertan
      a los monos que pestañean como adolescentes
      insensatos.

      He conducido el elefante a la caza del tigre
      por un territorio intratable que siempre me niega
      abanicos, plumas de marabú, de señoritas
      que capturan el tesoro de un hombre delicado,
      maduro, fiel, un rasurado gentleman discreto.

      ¿Por qué no puedo resistirme a salir, distanciarme
      de la casa que guarda un jardín donde los amantes
      no piensan en las pupilas amarillas del horror?

      Tú te quedas relatando las historias de Krishna,
      el seductor de piel azul, el Adorado, y Ella
      se adormila en tu voz, intima en tu voz, se abandona
      y en secreto te confunde con una melodía
      que baja
      lastimándola desde la noche de la evasión
      imposible.

      ¿Por qué no desisto de las huellas del tigre y vuelvo
      mientras el animal no me lame con sus colmillos
      y descincho al elefante para que ramonee
      tallos de primavera, y dejo las armas y vuelvo
      a tu lado, a la conversación femenina que Ella
      acompasa bajo tu voz de cazador nocturno?

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