MEDUSA
No la quieras ahora.
Demora el complacerte en su postura
porque adivina miembros de los hombres
citándola
y era una joven reina que ignoraba
la avidez.
No la quieras ahora.
Hay tiempo para amarte
después del Mar: amaba su murmullo
de formas musicales
y ella se detenía, penetrada,
escuchando a la espuma
caer con sus enigmas.
No la quieras ahora.
Ha de sobrevenirle
un doloroso espacio
como una espada errante
sin carne tras la muerte, sin refugio.
No la quieras ahora.
Para matarla hay tiempo.
Qué horrible si abrazaras su huidiza
cintura
por si acaso no hubiera otros abrazos
y no vieses llegar tu descendencia.
Ahora está tranquila.
Para la sangre debes demorarte.
La sangre de una reina
debe manar despacio si pretendes
su tesoro lunar, irresistible.
Y es que ella, femenina,
se resiste a tu encanto.
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