domingo, 26 de mayo de 2013

V De libros ( Fuera de sí la rosa)


      El flamenco rosado

      Antes del vuelo, asombro, del olvido
      el contacto del agua
      esponja mi blandura
      y desde la niebla del lodo fértil
      rápidos pececillos
      cosquillean, me nutren.

      Ante, de remontar fuerza en el vuelo
      me reflejo en la blanca,
      húmeda transparencia,
      imaginando un baño
      en el lago orbital.

      Con el último envite
      mis brazos se despliegan
      en un gesto de altura inevitable
      y apenas sí respiro:
      se me escapa
      un flamenco rosado,
      colmado por las aguas.

      Un flamenco rosado
      aletea y asciende,
      hermoso, esbelto, vivo,
      lo más bello de mí que va ganando
      longitud constelada
      donde el silencio ardiente.

      Mi gran pájaro amado
      hacia ti se desliza
      y en un rosa abandono,
      cuando lo has atrapado,
      libre, se desordena.

sábado, 18 de mayo de 2013

IV De libros ( La música del fuego)


      Instinto en la serenidad

      He conducido el elefante a la caza del tigre,
      hasta su guarecido bebedero, hasta las crías
      que jugueteaban con un ratón. Entre dos luces,
      cuando los pájaros de nerviosos nombres alertan
      a los monos que pestañean como adolescentes
      insensatos.

      He conducido el elefante a la caza del tigre
      por un territorio intratable que siempre me niega
      abanicos, plumas de marabú, de señoritas
      que capturan el tesoro de un hombre delicado,
      maduro, fiel, un rasurado gentleman discreto.

      ¿Por qué no puedo resistirme a salir, distanciarme
      de la casa que guarda un jardín donde los amantes
      no piensan en las pupilas amarillas del horror?

      Tú te quedas relatando las historias de Krishna,
      el seductor de piel azul, el Adorado, y Ella
      se adormila en tu voz, intima en tu voz, se abandona
      y en secreto te confunde con una melodía
      que baja
      lastimándola desde la noche de la evasión
      imposible.

      ¿Por qué no desisto de las huellas del tigre y vuelvo
      mientras el animal no me lame con sus colmillos
      y descincho al elefante para que ramonee
      tallos de primavera, y dejo las armas y vuelvo
      a tu lado, a la conversación femenina que Ella
      acompasa bajo tu voz de cazador nocturno?

domingo, 12 de mayo de 2013

III De libros (Idolatrías)



      MEDUSA


      No la quieras ahora.

      Demora el complacerte en su postura
      porque adivina miembros de los hombres
      citándola
      y era una joven reina que ignoraba
      la avidez.

      No la quieras ahora.

      Hay tiempo para amarte
      después del Mar: amaba su murmullo
      de formas musicales
      y ella se detenía, penetrada,
      escuchando a la espuma
      caer con sus enigmas.

      No la quieras ahora.

      Ha de sobrevenirle
      un doloroso espacio
      como una espada errante
      sin carne tras la muerte, sin refugio.

      No la quieras ahora.

      Para matarla hay tiempo.
      Qué horrible si abrazaras su huidiza
      cintura
      por si acaso no hubiera otros abrazos
      y no vieses llegar tu descendencia.

      Ahora está tranquila.


      Para la sangre debes demorarte.
      La sangre de una reina
      debe manar despacio si pretendes
      su tesoro lunar, irresistible.

      Y es que ella, femenina,
      se resiste a tu encanto.

domingo, 5 de mayo de 2013

De libros ( Jardín al mar)


      Green, white and yellow on yellow*



      Algo fresco que en nada se parece al tegumento
      del diamante ni a la tersa porosidad del mármol
      pulido de la pena.

      Algo fresco entibia con una bocanada de aire,
      deshabita la persistencia del helor que aturde,
      templa, desocupa el exceso de las alabanzas
      en las noches enormes
      sin pájaros nocturnos, sin caderas desasidas.

      Algo fresco y, sin embargo el día, de tan azul
      verde muestra su gesto, su cielo, su libro de horas
      abierto en una sonrisa de adiós, por fin, al hosco
      semblante de febrero.
      Y una terneza verde
      de puro azul pronuncia casi albar esta mañana.

      ¿Cómo puedo ignorar la vocecilla de las prímulas
      que, por un algo fresco y claro, jaldes parpadean
      leves, tapizadoras?

      ¿Cuándo tendré un instante más dorado que este signo,
      el rastro del instante
      donde apenas respirando me convierto en aliento
      de algo que ayer no estuvo
      y en la mañana, ligero igual que un soplo, acaece
      y sonríe salvaje?

      ¿Cuánto, del fresco y blanco misterio que ciñe a un mundo
      surgiendo de improviso,
      dice mi nombre y me desviste de las ropas crudas
      y me da una raíz
      y me inaugura?

*Mark  Rothko