Visitación (Para M.M.)
Hay un
momento sostenido
donde
todo –la crueldad,
la
burla, el dolor-se pliega
azul
y
aunque pesado porque lágrimas
y
lagrimas adensan,
azul se
mueve en la visita,
tornasolado
por la luz.
Es un
momento
para
escribir cartas
de
despedidas que parezcan
abrazos,
reconocimientos,
para
decir que te he querido
como
quien pronuncia un saludo
según
pasa y va
a su
circunstancia.
Azul
aplazando
una
tormenta previsible,
disfrutando
del
brazo al acercarse
a la
sonrisa que recibe.
Ese
momento
que
precede a la indiferencia
de
punzones,
que no
detiene nada.
Sólo
está,
sólo se escapa de la sombra.
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