Pintura realizada para el interior de este libro por Pablo Sanguino |
A lo lejos, los aullidos de los lobos parecieron responder a su llamada
Bram Stoker
kyrie, kyrie, entonad, enarbolando el viento
para perder los signos de palabras sumisas.
Piedad, señor, decid
selvas del paludismo, vestiduras de frutas
emponzoñadas,
tamtanes que se cierran
en torno a las ciudades que confían
en los poemas cortos y precisos.
Cantad, criaturas...
Mi amor escucha el salmo que equivoca
las no fértiles fechas
de mujeres dispuestas al martirio...
Rompe la vena estúpida
que sube hasta el cerebro
tantas lamentaciones por la virtud perdida
y da fin al tormento del futuro
regalando a sus fieles la muerte más gozosa,
ese modo de cirio
que arde y se licúa en tal delicia.
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