MARÍA SKLODOWSKA
Tus
ojos se iluminan con incienso pernicioso.
Una
blanda sustancia musical, un tintineo del genio destructor aún sumido en su
lámpara que frotas. Pides los tres
deseos vacilante. Yo te imagino rubio el pelo blanco.
Llaman
a la tristeza de la foto la perpleja postura de un atuendo enlutado.
Pierre
no ha exclamado feliz: tú eres mi dama, cuando
la primavera parisina desmenuza el desorden en parques de verdín.
Un
mensaje: ¿es aquí donde vive quien descifra la arena del veneno?
Una
paloma llega. He ganado, está bien, dices, es tarde.
Yo
te imagino rubia con los muertos.
Y
ahora que tus huesos, como en el cuento de los hermanos Grimm, el de La Luna, fosforecen bajo tierra, se
retarda la prisa, el tiempo te acompaña
y la sangre seca bajo tus uñas adquiere un resplandor de violonchelo.
Eras
una nadadora en el humus y nadie supo hablarte del veneno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario