sábado, 22 de octubre de 2016

De CIELOS DE TOLEDO


      De Ricardo Martín



      Qué raras las visitas, a veces.

      Suelo habitar un frío de escarcha
      matinal y un sol escurridizo
      como pelo de pez en las aguas
      de invierno.

      Suelo comprender a los gorriones
      durísimos:

      de mineral su breve plumón
      cuando hay peleas por una miga
      helada.

      Suelo hablarle a enero de Castilla,
      del misterioso calor del árbol
      junto a un banco, al sol, el sol con branquias,
      al solecito.

      Pero de  pronto hay una mañana
      de palmeras de nieve.

      Nevó toda la noche
      y jamás es triste esta visita
      aunque cubra en los países altos
      lápidas y traiga despedidas.

      Una sorpresa aquí,
      casi un regalo…Mira las huellas
      de las patitas de los gorriones
      o son los niños.

      ¿Viste palmeras en la ciudad?

      ¿Y cuánta nieve crees que cae
      sobre los muertos?

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