domingo, 31 de julio de 2016

De JARDÍN AL MAR







      Entre los cuatro cardinales
      una guerra, una tempestad,
      incomprensibles creaciones
      sólo creciendo entre el hedor
      del apaleamiento.

      Cuidas el paso más audaz
      del sol en los brotes aupados
      del limonero de la tarde;
      el tiempo no pretende izar
      una torva bandera.

      Es un lujo verde y callado
      poder sentir el ruido
      de los mandobles de la muerte
      y que no vuelvan su cabeza
      por mirarte.

sábado, 23 de julio de 2016

POEMAS SUELTOS IV


      Acuarelas de J. A. G. Villarrubia


      Retratos de Al-Fayum


      Matrona con diadema

      El llanto es tanto cuando
      la despedida de vivir
      que los ojos crecen y acogen
      el humo y aunque ella, la muerte,
      acaezca de pronto
      -un derrumbe de avión,
      resbalarse en el baño-
      ya hay esa pena y esa rabia
      en el llanto primero
      después de haber nacido,
      mirando con ceguera
      a la madre
      y respirando
      dolorosamente.

      Mujer bella y joven

      …Y la manzana verde
      de sus labios
      no tiene tiempo
      para probar dulzuras.
      Se está yendo y, apenas,
      comprobará
      los fuegos invernales.
      Se está yendo con joyas 
      todavía de niña,
      casi juego, amuletos.
      Se va apenas estando,
      ahora ya se ha ido.

      Hombre con barba, hombre con gesto

      No parpadean.
      Los muertos nunca parpadean.
      No hacen otra cosa
      que observar.
      Abandonadas muchas lágrimas,
      recién casado y cuidando
      la barba con esmero,
      ve a su joven esposa
      caminar,
      desvestirse del luto
      y elegir otra boda.
      -Sabemos
      que muere quien se muere
      desde dentro hacia fuera;
      entre tanto, lo ajeno roba
      la íntima sustancia
      que late bajo el nombre-.

      Los dos no se han cansado,
      no son vivos ni muertos
      ni máscaras ni olvido.
      Y nunca parpadean
      mirando nuestra nada.


sábado, 16 de julio de 2016

Poemas sueltos III

Acuarela de J.A. Villarrubia  representando una cabeza griega de Hypnos. C. 350 A.C.

        Hypnos 

        Pregúntate qué soñarán los muertos. Después entra en la noche*, abandona los gestos diurnos del ansia o la tristeza, la duda vigilante. Relaja el tendón del miedo y observa a los pobladores de tu alcoba, escúchales hablar de las amapolas, sumérgete en el río bajo tu casa cuando el olvido es el único bálsamo para tu hueco doloroso. Entra en la noche y túmbate. Lo que los muertos sueñan pertenece al hambre inenarrable. Quizá descansan, por fin, del apetito. Y eres tú, cuando en la fase rem caminas sobre el agua y vuelas a la vez, quien dice o casi grita: yo sueño por vosotros. Después, con sobresalto te despiertas.

*Sobre un verso de Dylan Thomas

domingo, 10 de julio de 2016

Poemas sueltos II

      De Caravaggio. 1595


      Apolo tocando el laúd

      Si  por la luz me reflejara
      en el vidrio
      y, en el vidrio, las margaritas,
      o me confundiera
      con la música
      o con las margaritas
      y te mirase sin inocencia.

      Si me reflejara
      y tú, al mirarme, equivocaras
      la luz con esta música
      o conmigo
      y me perdiese
      o el silencio cubriera heridas
      del sexo,

      sólo ciegos los dos,
      sólo tan ciegos.

domingo, 3 de julio de 2016

Poemas sueltos I

      Juan van der Hamen y León. Museo del Prado


      Plato de ciruelas y guindas

      I        Es el secreto, no, no lo es.
               Una gota en mis labios como
               antigua princesa durmiente
               y la ponzoña me despertara,
               abriera mis labios, sentir
               me duele
               embriagador.

      II      Herir la fruta, herirme, mírame,
               aún no me toques, degusta
               muy dentro en tu sexo, demora
               rasgar la firmeza, el polvillo
               impregnado que aviva el don
               de la sed,
               que vuelve insoportable el gesto
               de la espera.

      III     ¿Cómo se  ofrece transparente
               la madurez y la afrutada
               excitación
               pareciera imposible, fuese
               jadeo, fuese algo pequeño
               y redondo
               y, sin embargo, poderoso?

      IV      Y fuese indecible el secreto,
               pero se muestra.

               Yo sé que lo ocultado está
               presente, que lo protegido
               es el regalo.

               Tengo el mismo poder
               que ese reflejo en el latón.

               Mi apariencia perfecta, dulce;
               estar quieta, callada,
      iluminada por el ansia.