María Callas canta Dolce
e Calmo de la ópera TRISTÁN E ISOLDA de Wagner
Esa rosa que bordé en la batista
porque la niña aún ha
obedecido
el trazo de su madre en el dibujo...
Ni el reflejo de la madera ardiendo
la roza con el tiempo que se escapa.
Puede volver la niña a apoderarse
de los relatos de la ciudad que ama,
puede rasgar la tela
con la furia
de ver a un hombre tonto abandonándose
a la huida
pero la rosa sigue insolentando
con su belleza el día de la
muerte
de la inocencia.
La miro y es un resto de la arcilla
de los once años, de la
quebradiza
rama de un árbol muerto, al fin talado,
al fin leña que
ahora se convierte
en el color
del bebedizo.
Soñé, cuando bordaba, con tu brazo
dirigiéndose a mí,
rompiendo el hilo,
rompiendo el humo calmo de la infancia,
y al fin he muerto, al fin, y resucito
adiestrada en el arte
de este fuego
que devora
a la rosa.
La miro y no recuerdo los veranos
del tedio obedeciendo a la
cordura.
Tengo una nueva flor que me ha crecido,
una rosa de muerte
que dibuja
muerte a mi alrededor, muerte en mi vientre,
muerte por
fuego, fértiles vegeta-
les de muerte,
porque querer vivir después de hallarte,
querer domar la
rosa en la batista,
es bordar una rosa acobardada,
muerte por no volar, la
muerte muerte.
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