Se detiene un instante y
descansa
el tiempo.
Todo, de pronto, es isla escondida,
territorio calmo donde duerme
una aflicción, donde cubrir dorada
la mano evocadora.
Procura demorarte entre gestos
previsibles y esa ambigua luz
acaeciendo, ocultando el hierro
de la prisa.
Todo, de pronto, es isla ligera
y tanto es el silencio que nada
cruje, nadie saca del carcaj
los recelos.
Retrásate en esta placidez
que no distingue
la bondad de un pecado bellísimo.
Luego, demasiado azul transita
lo imposible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario