- Condesa du Barry
Si ella nos mira
somos rescatados de las aves
caníbales,
nos volvemos visibles, volvemos
del temor por consentir que el aire
rubio, superviviente del asco,
parezca ligero, poco dado
a la renuncia.
Si ella nos mira
aunque su reputación refiera
equívocos y derroche piedras
preciosas del presente, da igual,
y digan: qué hermosa y pecadora,
porque, claro, asusta
cuando ridiculiza
la decencia o esa sumisión
a los orines.
Si ella nos mira
porque no sabe que va a morir
y, cuando muere, viendo a la muerte
afilada, chilla y chilla, -dime
quién no gritaría viendo el labio
de la muerte-.
Da igual que la entereza recuerde
nuestro nombre.
Si ella nos mira
nos volvemos visibles, volvemos
a la carne que nos contenía,
al cuerpo que nos iluminaba
mientras amábamos.
Si ella nos mira,
indudables
y claros,
libertinos.