- Y la amo tanto
que si fuera una voz
me instruiría en la tesi-
tura de su garganta.
Y si fuese un licor
me embriagaría, noche
a noche, en sus aromas.
Su alcohol circularía
por mi sangre, nutriendo
los vasos de la euforia,
a esos hijos futuros.
Y la amaría tanto
que no permitiría
un ángel en sus hombros.
Mi sudor, mis heridas
tronzarían sus alas.
-Jamás un vuelo absurdo,
ni la mirada helada,
ni la bondad inconsciente-
Y la amo tanto
que si fuera mujer
yo sería el hombre
que profana su templo:
Humedecer su boca
con agua consagrada.
Soñar el sacrilegio
de poseer sus cálices.
Cabalgar sobre el sacro
vértice
de su virginidad.
Pues si en hombre viniera
yo sería la esposa
que olvida las promesas
del tálamo:
Enloquecer
en sus brazos prohibidos,
prostituir mis muslos
en las esquinas ebrias
hasta que él me mirara,
me designar aun nombre,
me invitara al abismo.
Ay, tanto te amo
que nunca siento el miedo
en el poder de amarte.
Porque, si en otras cosas
mi amor se distrajera,
también en esos juegos
te seguiría amando.
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