Verano
en el jardín
Los santos pierden su
postura
inexpresiva, se
estremecen,
y los insectos
habituales
se van a la porosidad
de las adelfas.
Es verde este olvido
que extiende
sus brazos,
verde como un instinto,
verde en irse
callando, en verse
de repente creyendo
sólo
en los dibujos de la
sombra
sobre rostros
tostados
por el sacrificio.
Así, cuando paseo,
siento
algo cambiado por un
gesto
poco frugal, un roce
codiciando.
Y comprendo
que mis súplicas al
mármol
sean huevos de
insectos
transparentes
(ruegos para no despertar,
no ser herida)
Me muevo en la
intrusión del celo,
con los santos
carnosos,
y hay un cierto
pecado
consentido.
como me gusta el verde y el de repente, lo de los santos me suena nuevo ,:)
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