sábado, 29 de diciembre de 2018

DE INVISIBLE EN LA PIEDRA




      RUBÍ

      Cuando besé a mi madre en la mano
      el día de su muerte,
      la talla princesa del rubí
      de su anillo se había alisado.

      Eso debe ser dejar atrás
      la rigidez, la vigilia, el llanto:
      limadas las aristas,
      desgastados los bordes
      y cada vez más blanda
      la dureza.

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