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Fotografía de Ricardo Martín |
Qué raras las visitas, a
veces.
Suelo habitar un frío de escarcha
matinal y un sol escurridizo
como pelo de pez en las aguas
de invierno.
Suelo comprender a los gorriones
durísimos:
de mineral su breve plumón
cuando hay peleas por una miga
helada.
Suelo hablarle a enero de
Castilla,
del misterioso calor del árbol
junto a un banco, al sol, el sol
con branquias,
al solecito.
Pero de pronto hay una mañana
de palmeras de nieve.
Nevó toda la noche
y jamás es triste esta visita
aunque cubra en los países altos
lápidas y traiga despedidas.
Una sorpresa aquí,
casi un regalo…Mira las huellas
de las patitas de los gorriones,
¿o son los niños?
¿Viste palmeras en la ciudad?
¿Y cuánta nieve crees que cae
sobre los muertos?