LO QUE TRAE EL VIENTO
El viento está cambiando las veletas...
Nadie quiere pensar que viene un roce de vestidos temblando al aire frío. Como pretexto dicen: no cambies de postura ni te marches ni me digas que está creciendo el fuego.
Pero es que el viento empuja las veletas; a las siete es de día y la voracidad de los murciélagos enmudece, ¿no escuchas a los pájaros? ¿No escuchas cómo se empequeñece el miedo y tontea la hierba con su asombro de verse hermosa y verde no de muerte?
El viento, el viento, el eolo sin forma, ese ingrato mensaje cuando vimos la flecha de las aves escapando hacia el sur.
El viento, el continuo marcharse, el que robaba los rubíes de agosto y ninguno lo creía y celebraban cuadrúpedos troyanos en sus lechos.
¿No ves que está cambiando las veletas? ¿No ves que ha regresado, que se trae dos mil niñas preciosas en la boca y deja por todas partes el olor de los corzos en celo y rompe tu absurda vigilancia de un tesoro que ya huele a podrido y ya no sabe a nada?
Cuánto me gusta el viento moviendo las veletas y engañándote a ti, que todavía piensas que es de noche, y te has hecho mayor... ¡y no estás listo!
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