domingo, 14 de agosto de 2016

De SI ELLA NOS MIRA





        HILDEGARDA DE B.


      ¿Queda algún vegetal sobre la escarcha
      del que puedas medir botánicas celestes?

      Se confabula un ángel con el frío
      y rueda hasta el acebo,
      y salta a tu ventana, se licúa en la piedra,
      y vuelve a endurecerse y persigue a las niñas.

      Frotas sus nudillos amoratados,
      las traes al regazo,
      les murmuras que son las damiselas
      de la ciudad con altos edificios
      y una avenida bienaventurada.

      Un ángel masculino no ha entendido
      la dulce confidencia,
      -el dorso de tu mano que sostiene
      turgente pecho, luego una cintura
      estremeciéndose-
      y maltrata a las niñas.

      Debes flotar
      para esas novias excitadas que oyen
      la sombra del esposo con su sexo invisible
      como pabilo hiriendo cuando goza.
      Flotar, subir del hielo.

      De rosas extrañísimas despojas
      a tal ángel ceñudo.

      Llamas a las muchachas, la campana congrega,
      les muestras una danza, las despiertas
      de sí.

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