Te envío
mails
cuando tu ventana
está cerrada.
Tal vez te amo o es mi deseo,
o echo de menos tu lascivia
o que no me distingo
de la necesidad.
Y te cuento banalidades,
por ejemplo:
esta tarde, el contacto
de la lana en mi espalda
me estremecía
como si tu lengua siguiera
los islotes de mi columna;
por ejemplo:
me he dormido
esta noche
con la mano en el sexo
imaginando
que no hay lugar mejor
para el descanso de tu mano
después de amasarme
y de cocerme.
Y es que tal vez te escribo
con la misma ansiedad
que esa muchacha china
cuando dice:
*¿Quién
mirará y admirará mi hermoso rostro?
*Del poema:
Dedicado a mi amor. Zhang Yaotiao. ( S. IX) Tomado del libro: Antología de poetas prostitutas chinas.
Guojian Chen. Visor. 2010. Madrid.
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