sábado, 25 de octubre de 2014

Del libro ALICE. Segunda parte del poema



      Vivaldi: Concierto para guitarra y cuerda en Re mayor

      Largo

      Cuando la casa acoge su regreso
      y en su quietud  acierta a dispersarse
      sin tener  que explicar que los relámpagos
      dieron velocidad a la mañana
      -veloz el cielo azul,
      azul veloz la miran,
      la desean, la ignoran-

      y ella pregunta al amistoso espacio
      pues no busca escuchar una respuesta,

      y la casa, paciente, clasifica
      la multitud de imágenes
      que de ella se adueñaron todo el día:
      en una pila, amantes de un minuto
      y, en la otra pila, únicamente versos,

      entonces, 
      ella se reconoce más hermosa
      que cuando a los veinte años
      podía desperdiciar
      una semana entera de conjuros,

      entonces,
      ella se reconoce en la difusa
      identidad de un nombre
      que atravesó el espejo;
      es otro nombre  aunque sea el mismo
      y es y no es
      Alice sobre el Tablero.

      Y entonces vocaliza
      en voz alta: O blessed Solitude
      de Denise Levertov,
      y de lo que bailó ya no se cansa,
      y de lo por vivir ya se apodera:

      Bendita soledad que dejas libres
      a tantas que yo soy
      sin dar respuesta.

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