domingo, 13 de octubre de 2013

XXII De libros: Idolatrías


      EMILY

      Esta es la tarde
      que se asemeja a todas 
      las cartas del verano.
      Mis animales duermen seguros de mi estancia, 
      de mi callada y lenta compañía.

      Esta es la tarde
      de la cantora
      de jazz. Quizá otra tarde modulara  por mí
      un blues de llanto,
      ese fuego del apasionamiento.

      Pero esta tarde
      dejo de amedrentarme con las inmediaciones
      de Aquel,
      verdugo de las tardes destinadas a sombras.

      Fueron setenta días 
      de acicalarme el rostro.
      Él prefería el negro, el suficiente orgullo
      y yo sólo quería averiguar sus manos,
      arriesgarme de amor y delinquir.

      Tú morirás muy joven,
      y le besé parando las agujas.

      Esta es la tarde
      que me invita a guardar
      el maquillaje.

      Y recobro el dominio de los círculos
      rodeando mi casa
      de jardines
      por tener un planeta que pasear sin riesgo,
      vistiéndome de blanco para ser labios blancos
      de soledad,
      más blancos que las manos
      de Aquel,
      más blancos que su vuelo 
      de enamorado cuervo de sí mismo.

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