(Para escuchar)
Valses nobles y
sentimentales
Modéré
Música que escribes para él. Perdónate romper el tiempo y
vuelve a los libros lunares que abríais los dos cada noche. Desde el anonimato
de una partitura eléctrica, desde la obra de arte en su lengua, desde el astrolabio
que señalaba a ti. Tú, como de costumbre, incauta.
Assez lent
Es la seducción que prefieres murmurando pliegues en vez de
predecibles adulaciones, desconocer un nombre y ceder a esa embriagadora
sospecha. Respondes a sus preguntas jugando. Él oculta su casa compartida.
Modéré
Sin embargo, sabes nombrar sus árboles, la silueta de la
montaña donde pasea con sus perros. Te has trasladado a vivir en lo que ama, y
en la madrugada recorres lugares de ansiosas criaturas. No te importa el veneno
de sus lenguas.
Assez Animé
Te has desvestido sin precaución; ahora te ven todos bailar
el vals de una inconsciencia entregada al deseo. Sigue dando vueltas en el
fuego, arde hasta ser ceniza y que él la sople y cubra sus párpados y ya no pueda mirar si tú, cuerpo ardiendo, no
lo iluminas.
Presque lent
Hace calor en la brillante ciudad marina. Tú le preguntas si
florecen los avellanos y le das los regalos que has cuidado, cada uno con su
humedad precisa de labios y gotas de sangre. Te visita como el viajero que
nunca volverá a tu vientre. Sí, curiosea muy interesado. Luego deslizas tu mano
en su pecho y memorizas la diferencia de color entre su piel y la tuya.
Assez vif
Qué hostil la ciudad tan hermosa cuando él se ha marchado y
la tarde huele a una rambla demasiado viva. Amalia, regresa a la calle que va
a dar al taray del río y su molino abandonado. Regresa; que tus lágrimas te
traigan como una líquida alfombra voladora y el viento, dándote en la cara, no
te deje pensar en la venganza.
Moins vif
Aquí pronuncias la perfecta dicción de la soledad, aquí lo
amas en la enloquecida ventana de La Valse. Tu padre y tu madre, fantasmas, te
abrazan. Tu amiga Adriana te besa. Mudas el color de tus ojos, son azules sin
hielo y no te queda nada que negarle. Baila y baila el vals que te quita el
aliento y te lo da.
Lento
Ve a la antigua estación del tren. Mujer, respira el gozo
absurdo de sentarte allí mientras esperas. Él no vendrá pero preguntas a los
que bajan al andén: ¿eres tú?, ¿llevas un nombre con jota igual que eles de lamer
o de llama? Él no vendrá pero sabes cómo ser inmortal en el olvido. No existe
el corazón sin unas manos que lo posean. Lentamente sonríes. Él no vendrá, pero
nunca se ha ido.