En el jardín
Una dama que pasea cuidando
que sus pies no se mojen
y levanta con elegancia
su cabeza por observar
el paso de las aves hacia el Sur.
Lee los signos,
oye a lo lejos el estruendo
de la tormenta como una invasión
que hubiese ido ganando poco
a poco su dominio de calmada
clausura.
Susurra: lloverá muy pronto,
y volverán a agitarse sus labios
con el temblor de una palabra
que no es suya, que ha madurado
donde el agua prefiere
amar el rostro que ella presentía.
Ahora la vemos disimulando
el nerviosismo,
lee las señales en el aire húmedo
y susurra: sé que vendrá.
Camina despacio, nada parece
acecharla
pero su soledad
se prepara para la bienvenida.
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