Ícaro. Matisse. 1944 |
ÍCARO
Alcanzar
los insectos que comen partículas
lunares
al amanecer,
congregarse
con los vencejos despreciando
el
sentido común, el lazo
discreto
de la insuficiencia,
amar
a la muchacha de Creta, -¿a cuál
de
todas he elegido para reflejarme?-
precipitarme
hacia la altura
y
ser envidiada por pintores que envuelven
de
escarlata las zapatillas
de
bailar, esa danza efímera,
ese
regalo de vivir junto a los monstruos.
Que
me crezca la barba joven
de
Matisse atado a la cama.
-Mira
cómo recortamos en el color
las
algas minuciosas para el mar del cielo-
Caer,
que estalle el corazón,
que
se me abra el pecho de escarcha
diciendo
adiós al Everest.
Yo
soy más poderosa, soy
más
frágil.