Habitaciones junto al mar
Siguen ahí,
con su luz invisible bajo
esta luz que arde.
¿Recuerdas
que éramos eternos el día
de los tobillos en el mar?
Sólo nosotros divisábamos
cómo llegaban
y nos favorecían
y su olor en la piel estaba
de nuestra parte.
Ellos se quedaron, lo
sabes,
aunque abandonáramos
la intensidad de los
segundos,
la casa con los niños
que fuimos, el breve tesoro
del día interminable.
Siguen ahí, ahí, ¿los ves
desde esa irisación
únicamente suya?
En el trasluz,
donde los dioses suelen
repetirse con hambre,
burlarse de los muertos
que añorábamos.